Anoche estuvimos en el concierto
por el 50 aniversario del Cuarteto Cedrón, una auténtica celebración, vivida de
ese modo abajo y arriba del escenario. Fueron más de dos horas de recital, pero
podrían haber sido muchas más si los teatros fuesen dirigidos con el mismo
fervor cedroniano que campeó por cada rincón del Cervantes. Los aplausos
cerrados, los repetidos “bravo”, las ovaciones de pie, el murmurado y contenido
acompañamiento en “Mano Blanca”, manifestaciones todas de un cariño genuino de
los amigos del Cuarteto. Porque éramos eso: una banda grande de cuates que
fuimos a acompañar a nuestros amigos y hermanos del Cuarteto.
El Tata ayer nos habló de eso, de
la amistad. Recordó a sus compañeros de canciones, vida y poesía: el pudor –y
el candor- en algún relato de Raúl González Tuñón, las juntadas en la calle
Olavarría, la patriada de “Gotán” –boliche de músicos, plásticos y teatreros–,
Gelman y sus poemas, las lecturas pasadas de boca en boca y de mano en mano, la
evocación de sus propios hermanos Cedrón, Cortázar y su bondad, las tareas
compañeras en el exilio, la solidaridad de Acho Manzi con el recién venido de
sus “vacaciones”, y hasta una cálida reminiscencia de un encuentro con el ex
presidente Kirchner junto a ese otro hermano suyo, Jaime Torres.
“Tantos años, tantas cosas, tanta
gente”, alcanzó a decir el Tata antes de que el teatro se desplomara en
reconocimiento y gratitud. Y es que el periplo del Cuarteto –seguramente ya lo
dijo mucho mejor la querida Antonia García Castro– grafica y ayuda a entender
este medio siglo del país argentino, con sus tragedias y sus renacidas
esperanzas. Pero se me ocurre que también nos hace pensar cómo podríamos haber
tenido –y tener aún– “una patria más suave y dulce”, una comunidad fraterna
como la del propio Cuarteto, como la de sus corazones que laten bajo el sino de
la ternura y que, por eso mismo, han sido capaces de cobijar a tanta gente, y a
tantas cosas, durante tantos años.
Hoy, todavía emocionado por el
maravilloso concierto de anoche, me levanté pensando que tengo la misma edad
que el Cuarteto. No sabría decir exactamente cuándo fue que lo empecé a
escuchar, supongo que en mis años universitarios. No importa. Lo que sí importa
es que, desde entonces, nunca dejé de escucharlo, y que eso me hizo mejor tipo.
Uno que sueña con un futuro que nos encuentre abrazados a la “huella de un
cariño” argentino, amoroso y cedroniano.
Carlos Semorile
Impresionante cómo tocó el Cuarteto ese tango de Tarantino. Cómo se llama?
ResponderEliminarTemas de la ciudad
Eliminar(se encuentra en CD: Aparicion urbana, 1995 / Nocturno, 2003 / ademas de las grabaciones más antiguas que no están disponibles en argentina)