Obra de Roberto Cedrón

Obra de Roberto Cedrón
Obra de Roberto Cedrón

martes, 14 de junio de 2016

Pulenta / Sábado 25 de junio

Cedronianos: En estos días de fin de ciclo del “Puchero  Misterioso y después...”, es una alegría invitarlos a conocer este trabajo sobre Castelnuovo. Algunos pudieron escuchar al Trio Piraña en “el después” y sus canciones inspiradas en los niños del libro Larvas. Ese trabajo, a su vez, cruzó la ruta de Roberto Iriarte, actor y compañero de la compañía nacional de autómatas La Musaranga. De esos y otros encuentros se nutre "Pulenta". Ojalá puedan ir a verlos: “¡vengan a verlos!…” Como decía Tuñón. (LP).


PULENTA – SABADO 25 DE JUNIO – TEATRO EL POPULAR
Chile 2080 – 21hs – reservas: 2051-8438
Entrada 120 pesos.

PULENTA es un espectáculo que propone un recorrido singular y poético sobre uno de los libros de Elías Castelnuovo, creador del Grupo Boedo.

La obra surge a partir del libro de cuentos Larvas, en el que Castelnuovo recrea la infancia violentada de un grupo de chicos del Reformatorio de Niños Abandonados y Delicuentes de Olivera, provincia de Buenos Aires, donde el escritor ocupó el cargo de maestro en la década del 20.

En clave de humor melancólico Pulenta invita al espectador a “espiar” y ser parte de aquellos días que el escritor uruguayo vivió junto a estos niños y que nos llegan hasta hoy. Adaptada e interpretada por Roberto Iriarte, quien junto al grupo musical Piraña; lleva a la escena estas historias con sus canciones.

Roberto Iriarte es actor,  oriundo de Pergamino y con una amplia experiencia en el ámbito teatral habiendo adaptado y realizado “El Glorosio velorio de la Juana Pájaro”  de Zuhair Jury, “Asuntos para Contar” sobre textos de Haroldo Conti, cuentos de Roberto Fontanarrosa, Aníbal Ford, Julio Cesar Castro, “Soñar Soñar” sobre el guión cinematográfico de Zuhair Jury y Leonardo Favio y “Los títeres del Gran circo del Arca”, el más chico del mundo. (que nace del seno de la Compañía Nacional de Autómatas La Musaranga).

El grupoPiraña (que lleva su nombre inspirado en un club de Parque Patricios) viene presentando su primer disco “Larvas (canciones para Castelnuovo)”. Durante todo el 2015 participó del “Puchero Misterioso”, junto a Juan“Tata” Cedrón. Con letras de Pedro F. Mouján y músicas propias, sus canciones no apelan a la nostalgia, sino que rescatan desde el presente sonoridades que ponen de manifiesto la riqueza melódica y la simpleza de las estructuras cantables del tango-canción de época.
En el espectáculo Piraña está integrado por Romina Grosso en voz, Daniel Frascoli en guitarra y Mauro Vignetta en clarinete.

Pestolazzi, Frititis, Guitarrita, Amarrete y Ana María, las historias de los pibes del reformatorio, historias que van de la ternura al espanto.

lunes, 13 de junio de 2016

"Lo que llorando se deja..."

     “Ives Castagnino, el músico, pasea por una calle oscura. Al pasar frente a una ventana oye que alguien canta un estilo:
-Nunca jamás se abandona
 lo que llorando se deja...
Trata de seguir escuchando, pero el viento de Flores lleva la voz hacia otra parte.
Castagnino olvida la frase, pero lleva siempre consigo la impresión de que no existe otra mejor en el mundo.
A lo largo de los años vuelve a oírla algunas veces, pero nunca sospecha que se trata del mismo estilo de la calle oscura”.

Esto lo cuenta Dolina en El estilo a través de la ventana, y pienso si a quienes fuimos testigos de “El Puchero Misterioso… y después” no nos va a pasar lo que al insigne músico de Flores: andaremos por la vida sabiendo que no existe otro espectáculo como éste. Si no tendremos la sensación de que un día, al pasar por una ventana, escuchamos cómo el Tata le decía a Nelly Omar: “Qué lindo cantás, Nelly! Qué suave tu voz, y qué claridad para articular las palabras! Gracias, Nelly, es muy hermoso lo que hacés!”

Y pienso si haber oído esos versos –“Me abandonaste llorando, en medio de mi camino”- nos inocula el olvido, como insinúa Dolina, o si por el contrario nos deja a la espera de su prodigiosa reiteración: “Y que mi vida se encuentra con tu vida, y que estamos los dos un poco tristes”. ¿Cuándo la escuchamos más plena? ¿Esta última vez, la anterior, o la que viene? ¿Y Los ladrones? Miente el que diga que no lo vio a González Tuñón una mañana en la redacción del viejo Clarín en estado de gracia y diciendo: “Si estuviera el Malevo Muñoz!”

¿Seremos capaces de sospechar todo lo que pasó ante nuestros ojos en la penumbra de un circo pobre? El “Jaimaca Marú”, la preciosa equilibrista de piernas largas como juncos, el amoroso y delicado “Mantenimiento”, las “voces”, el músico de la cadera descoyuntada, los hermanos del Tata en Camet, Blomberg rajándose en un buque noruego, haciéndole el filo a la emperatriz de la China, y encontrando y perdiendo un pedazo de Irlanda entre los tugurios del Bajo y las tenebrosas y siniestras nochecitas del Dock Sud.

¿Y “el después”? Las bellas melodías de Frascoli, la dulzura y la bondad de Romina, los tangos reos de Marcelo, las avivadas de Julio César. ¿Forman parte de aquel “del mismo estilo de la calle oscura”? La sonrisa de Josefina dibujada en su chelo, el bandoneón sublime de López, la conmovedora fraternidad de Praino y el Tata que se percibe en cada mirada, cada arranque y cada cierre, como si se dijeran: “Lo hicimos! Una vez más, lo hicimos!”

¿Y nosotros, el público? Bueno, nos despedimos hasta el próximo Puchero entre abrazos de amigos y de ocasionales compañeros de mesa. Puede que nos agarre un cacho de nostalgia. Pero nada de todo esto nos será ajeno mientras sepamos que “Nunca jamás se abandona lo que llorando se deja”

Carlos Semorile

martes, 7 de junio de 2016

Se acaba - Ultima función

Ultima función del Puchero Misterioso... y después...
Sábado 11 de junio - 20.00 h
Teatro El Popular
Chile 2080

jueves, 2 de junio de 2016

Ver la vida con otros ojos

Crónica sobre el Puchero Misterioso... y después


Allá por los años treinta, en París, tocó en suerte a Raúl González Tuñón asistir a un traslado del Guernica. Luego de ver que le quitaron el paño que lo cubría y tras un primer momento de asombro, el poeta desvió su mirada del cuadro, al que ya sabía eterno. Prefirió observar el rostro conmovido de los obreros que trasladaron la obra, que se sacaron sus gorros con un gesto reverencial. El arte como un descubrimiento y los ojos del poeta para revelarnos un instante que de otra manera se hubiese desvanecido en el olvido. 

Quizás de eso se trate el arte, ver la vida con otros ojos. Con esos ojos, siempre nuevos, con los que el Tata Cedrón –desde hace más de cincuenta años– encuentra la música escondida que está en los poemas de Homero Manzi, Julio Huasi, Leopoldo Marechal, Celedonio Flores, Miguel Ángel Bustos, Juan Gelman, Héctor Pedro Blomberg y el propio Tuñón, entre otros. Y para convertirlos en canciones echa mano también a su propio bagaje musical, ese que comenzó a cosechar en sus tiempos tempranos, en las calles de Saavedra o en los campos de Camet. Ahí donde conviven Yupanqui, Troilo, Gardel, Pugliese, Gobbi, Tarantino y tantos otros que configuran lo que podríamos llamar el sonido cedroniano. El Tata envuelve los poemas con su música, como si los acunara con tonos bajos, graves, de gruesas sonoridades. Así nacen sus canciones que –con el tiempo y los discos- conforman un mundo propio y de todos a la vez. Un imaginario cedroniano donde confraternizan el tango, la milonga, el vals, el estilo pero también el circo criollo, el teatro, la literatura, el barrio y la calle, es decir, el arte popular como una forma de vida, como una opción política, como una definición de identidad. Podemos asomarnos a ese universo en el “Puchero Misterioso”, el último espectáculo del Cuarteto Cedrón, devenido ahora a veces en quinteto y otras en sexteto. Allí podremos asistir a un concierto donde la célebre formación –con el enorme Miguel Praino en la viola, como siempre- comparte escenario con Nelly Omar y con Ignacio Corsini. Y vaya si lo comparte. Porque para que ese prodigio sea posible se hacen presentes los talentos de los integrantes de La Musaranga, la Compañía Nacional de Autómatas que con sus títeres, con sus decorados, sus particulares artilugios y hasta con su ventrílocuo construyen un mundo a la medida del Tata y sus creaciones. El Puchero Misterioso deviene entonces en una ceremonia saltimbanqui del arrabal. Entonces, con las “pupilas llenas de asombro”, asistimos a la interpretación de Los ladrones –de Tuñón- que escuchamos mil veces, pero esta, la mil una, es distinta, porque La Musaranga la “adorna” de otra manera. Lo mismo pasa cuando vemos llegar el barco Jamaica Marú, de Las dos irlandesas, de Blomberg y así con varias canciones más, entre clásicas y nuevas, donde música y palabras parecen crear el mundo que surge ante nuestros ojos. 

Y luego del espectáculo, la yapa. Que es ir a otra parte del teatro para ver a otros músicos y artistas y luego asistir a un verdadero fin de fiesta, como en las antiguas representaciones teatrales, con otra actuación del Cuarteto para adelantar temas de próximos discos, entre empanadas y buenos vinos. Hay algo de Gotán, el recordado local que tuviera el Tata en los sesenta, que sobrevuela este momento de la noche. 

Cuentan que el “puchero misterioso” existía en un bodegón de Talcahuano y Cangallo (hoy Perón), a donde solía concurrir Tuñón. Tenía ese lugar una clientela variopinta, donde había malandras, artistas y bohemios de toda laya. Los platos de puchero salían de un ojo de buey que había en una pared, como si vinieran de otro mundo. De ahí su misterio. Nunca se sabía lo que podía salir de allí, salvo que se sabía que era un buen puchero, de variados ingredientes. Así es el Puchero Misterioso del Tata. Una caja de sorpresas de arte popular, un viaje –siempre distinto– por la música y las palabras de estas provincias del Plata, un espacio para reunirse como en aquel mítico bodegón, un recorrido entusiasta por el universo cedroniano. A no perdérselo.

El Puchero tiene dos funciones más, en Teatro El Popular, en Chile 2080, los sábados a las 20.00 hs.

Hoy, que es tiempo –más que nunca– de juntarse con el arte del pueblo, el Puchero Misterioso aparece como una ocasión propicia para de reencontrarse con aquello que nace del barrio, de la calle, del café, de la noche y la madrugada, con todo aquello que solemos llamar cultura popular.

C. Adrián Muoyo
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