Autorretrato publicado en La Nación, 13 de abril de 2012.
P- Usted dice que no le gusta mucho hablar. Que lo suyo son las canciones?
R.- Así es.
P.- Pero entre canción y canción suele contar muchas historias.
R.- Cierto. Y las canciones que interpreto hacen lo mismo. Por lo general no son abstractas. Tienen un argumento, un hilo, son poemas que cuentan o retratan personajes, situaciones con las que, creo, muchos podemos identificarnos.
P.- ¿Y te importa el cómo suena?
R.- Mucho. Uno puede engancharse con el sonido, ¿qué será eso? Barnabooth . Debe ser algo tremendo? Es alguien, en este caso. Es el seudónimo de un poeta francés. Pero no me pidas que te cuente.
P.- No hace falta. Que investiguen los que quieran saber. Para eso está Internet.
R.- Ni más ni menos. Te decía lo del sonido. Es un tema importante. Es algo de lo que solemos hablar dentro del cuarteto. No ahora, desde siempre. Especialmente con el profesor, con el violista Miguel Praino. No sé. Ultimamente se me ha dado con que el sonido es medular en la cultura de las personas, de los pueblos, si querés. Todos los sonidos. Pero también desde luego el tipo de música que escuchamos. Y la que dejamos de escuchar? Le he estado dando vueltas. En un momento pensé que estaría bueno hacer una suerte de reserva ecológica del sonido argentino. A lo mejor no es exactamente eso?, las reservas no son tan deseables. Pero yo creo que existe un sonido argentino y hay que defenderlo. O varios. La Argentina tiene una cultura musical de una riqueza enorme. El tango es una de ellas. El folklore es inagotable. Pero no te hablo de repertorio, te hablo de una manera de apropiarse el repertorio, de hacerlo suyo, de interpretarlo, de respirar.
P.- ¿A usted le parece que eso está en riesgo?
R.- Me parece que hay baches. Que ha habido saltos. Ha habido políticas de penetración. Hay muchos jóvenes que no han tenido oportunidad de simplemente escuchar a sus clásicos. Los franceses dicen así, es una expresión muy francesa: No conoces a tus clásicos . En general, ellos se refieren a sus autores, a sus grandes pensadores, filósofos. Con la música pasa igual o debería pasar. La música popular argentina tiene sus clásicos, los tiene en el tango, los tiene en el folklore. Y siento que hay una gran ignorancia respecto de esto. Antes, cuando nosotros éramos pibes, convivíamos con esa música todos los días. Estaba en la radio. En los talleres donde íbamos a trabajar. La silbaban los mismos trabajadores. No hacía falta que los padres o un maestro te inculcaran especialmente estas cosas. Ahora sí. Haría falta.
P.- ¿Un trabajo específico hacia los jóvenes?
R.- Sí, a lo mejor. En todo caso, no me parece que podría hacer daño que todos los jóvenes salieran del secundario conscientes de tener un patrimonio cultural de esta riqueza.
P.- ¿Y la cereza sobre la torta?
R.- Vi últimamente un documental sobre la década de los años 60 y 70. En economía y política, bien? Pero en la parte cultural destacan de esa época solamente el Di Tella y el Club del Clan. Y se olvidan de Pugliese, Troilo, D'Agostino, Piazzolla, Rovira, Tarantino, Los Chalchaleros, Yupanqui, Cuarteto Santa Ana, Jaime Torres, Héctor Alterio, Alfredo Alcón, Tito Cossa, Germán Rozenmacher, Luis Luchi, Raúl González Tuñón, etcétera. Ninguno de los que te nombré eran del Di Tella ni del Club del Clan, ja ja ja. Y no aparecen en ese documental. Y todos ellos fueron geniales en la cultura argentina. Ni hablar de los que no te puedo nombrar, porque hay 40.000 más.
P.- ¿Algo más?
R.- ¡Chan, chan!.