Pequeño preámbulo
Una gran ventana con vista al mar. Sol de verano en Portugal. Una mesa hospitalaria. Una alternancia permanente de intercambios y risas vivificantes. Sabores, aromas y colores : amistad desbordante en la espontaneidad y la frescura.
Cuántos tiempos y
lugares asoman o estallan en relatos y en anécdotas.
Itinerarios y
aventuras, ¡derroteros y andanzas de creadores!
Cada referencia –
frase, palabra, verso o imagen – conduce a una miríada de objetos
enriquecedores. Cada historia personal, sus presencias y latencias, cada
relato, rezuman tantos lazos y rizomas, tantas raíces y frondosidades que todo
deviene resonancia de mundo y de vida.
Primer Movimiento
Y miramos el
oleaje y el brillo cambiante de las rocas… Y nos aproximamos al horno de
cerámica. Un extraño ser gigante y tentacular del que nacen personajes de
historia y de epopeya. Fragmentos polícromos de un mural que cuenta historias
de imperios y navegantes, de cartógrafos y armadores, de héroes y de
aventureros… De caballerías, lanzas y armaduras.
El autor exultante.
Trabajo y sobre todo pasión. Yo siento (hoy, todavía), bajo aquel sol radiante
de un mediodía de pleno verano, un sorprendente escalofrío. Oigo la risa franca
de Alberto que me invita a conversar sobre la historia marítima de Portugal.
Embarcamos con
Vasco da Gama. Entre brumas, tempestades y Especierías, en medio de alientos místicos
y vahos pestilentes, empujados a babor y a estribor por predicadores y
traficantes. Horizontes de ambición, de poder. Misión y escatología. Alucinados
por los acentos épicos de Camoens y sus Lusíadas. De todas maneras” “la
historia- versión- Alberto” ya estaba escribiéndose en el mural de la Isla
Madeira. . .
Segundo Movimiento
Como de aguas
hablamos y de pescas y pescadores y de ríos epónimos, llegamos al valle del río
Cedrón. Nos embarcamos ahora en memorias bíblicas, arqueológicas y de
descubrimientos: el segundo Libro de los Reyes que elogia los trabajos de
canalización, la fortaleza conquistada por David cuyo límite Este era el valle
del Cedrón… Entre otras cosas.
Tercer Movimiento
Una mañana
parisina fría, nevada y con viento fuerte… Una renguera pertinaz molesta
bastante al amigo. ¿Vas a ir con este tiempo y con ese dolor, ida y vuelta en
colectivo, a Ámsterdam?
Allí estaban y no
les podía fallar, sus hermanos Van Gogh y Rembrandt. Por Van Gogh yo le dije: “podés
ir a Auvers-sur Oise. Está cerca de mi casa”. Nada puede atenuar un deseo de ir
a ver más y más… En aquel momento su focal estaba concentrada en los autorretratos
de Rembrandt. “Se pintó más de 90”, repetía.” El último, el año en que se murió”.
Tiempo después del viaje, recibí por correo este dibujo.
Cuarto Movimiento y Final
Tengo su risa en
mis recuerdos. Le resultaban atractivos y curiosos los títulos de mis libros de
lectura de la escuela primaria : “Alegría”, “Optimismo”. Lo divertía intensamente
el texto de una lección que proponía una serie de palabras simples para
ejercitar la lectura : “ojo”, “ala” , “pala”… Y muy particularmente la escena de
una tarde lluviosa en la campaña cuya frase final pregonaba : “qué linda siesta
si no viene nadie” ¡Parece innecesario agregar que él se permitía establecer
una relación jocosamente interpretativa de las dos proposiciones mencionadas!
Podría seguirla.
Teléfono y correo nos unieron un buen tiempo. No nos vimos mucho pero nos
encontramos, para siempre, en esos caminos que se cruzan. Esos caminos y esos
días compartidos no son como los otros. Son excepcionales. Para siempre.
Sartrouville, junio del 2020.
Glauco Daniel Cabrera
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