Publicamos
un escrito de Daniel Goñi, sobre el más reciente Encuentro en el Taller. Tata
quiere aprovechar esta ocasión para saludar(te) desde El Cedroniano. Manda un
gran saludo.
Adjuntamos un registro sonoro acorde y antiguo relativo (imagenes) a otra iniciativa del Tata, también inolvidable para quienes la vivieron. Y así seguimos.
Todos los sábados de septiembre, 21.00 h, Teatro el Popular, Chile 2080.
Adjuntamos un registro sonoro acorde y antiguo relativo (imagenes) a otra iniciativa del Tata, también inolvidable para quienes la vivieron. Y así seguimos.
Todos los sábados de septiembre, 21.00 h, Teatro el Popular, Chile 2080.
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“ESTAMOS EN UNA ENCRUCIJADA DE CAMINOS QUE PARTEN
Y CAMINOS QUE VUELVEN…”
No era un sábado más. Para un desahuciado
embebido en el desánimo silencioso, que camina friccionando las suelas y con el
alma azuzada, no lo era. Y no lo fue… Lo que no pudo la distracción liviana y
evasiva sí lo consiguieron la música y la poesía. Cosas del taller… Ese
espíritu que nos reconcilia con la emoción y la vida. En Chile 2080, el Teatro
El Popular devino refugio en la aciaga noche porteña del umbral de septiembre.
La actual formación del Cuarteto Cedrón (Dany Frascoli en guitarrón y acordeón;
Josefina García en cello, Julio Coviello en bandoneón y Juan “Tata” Cedrón en
guitarra y voz) nos recibió a un grupo numeroso de parroquianos ávidos de arte,
pero también necesitados de algún arrullo para el vapuleado corazón. Por eso la
poesía de Tuñón, de Yupanqui, de Blomberg y de Gelman, entre otros, volvió
reconvertida en ese vehículo tan necesario como nutricio a la hora exacta en
que la oscuridad fagocita la razón y estruja el plexo. Con un auditorio que
funciona casi como una familia extendida, “rodante” dirían por allí, el
Cuarteto del Tata se mueve con una soltura y una contundencia notables. Miradas
cómplices de mesa a mesa, como intercambiando guiños de empatía, funcionan como
un anillo sensorial y emotivo que envuelve a los músicos, y ellos lo perciben y
disfrutan… Así se suceden las composiciones y nos son entregadas las palabras
que vinimos a buscar. Y recibimos las notas, los acordes, las escalas y los
intersticios que de ellas surgen y flotan en el aire, generando eso anhelado
por lo que nos arrimamos hasta El Popular. Una dulzura con memoria, una mano en
la adversidad, un bálsamo sostenido en la melancolía de fuelles y acordeones,
en la precisión hondísima del cello, en una ruta vertiginosa de guitarras y la
inclaudicable esperanza hecha voz y empeño. Esperanza, esa novia secuestrada
hoy en las tinieblas de la mediocridad con wi fi, de un desangelado presente de
derrotas en el mar de la fibra óptica al servicio de la claudicación. Los
sábados de septiembre se tributa por aquí a los nobles oficios. Para recordar
quiénes somos, nada menos... Talleres donde reparar alas de colibríes, diría
atinadamente un amigo caribeño.
Daniel Goñi
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