Fue cosa de entrar al Popular y escuchar
el grito de las tres chiquitas que jugaban en la entrada: “No sabes. ¡Vino
Ramón!”. Decir el nombre de las chiquitas es como empezar un poema. Ellas son:
Paloma, Frida, Azul. Y como sus nombres indican: vuelan, y todo lo pintan de
color. Se escuchan las risas, a veces desde un rincón, luego de otro, porque
ellas conocen caminos secretos. Pero, bueno, “¡Vino Ramón!”.
Ramón es Ramón Ayala y, anoche, junto con
su esposa y una amiga, alumbró la última función del Puchero Misterioso y su
después.
En la sala oscura, todos estaban ahí. Algunos
venían por primera vez. Otros habían visto el espectáculo dos veces… tres… Treinta
veces… La mayoría se quedó para “el después”. Del otro lado, el elenco estable:
la Compañía Nacional de Autómatas La Musaranga, el Cuarteto Cedrón, Nelly Omar,
Corsini, equilibristas, perritos callejeros. Luego “el después”, con los
mismos, y además, el Trio Piraña, Marcelo Barberis. Entre bambalinas: Anabella,
Sergio y Vicky, pendientes de todo (de los elementos celestes… y de los terrestres...
ya que no sólo de música y poesía vive el hombre y la mujer).
Fue durante el después que Ramón
interpretó El Cosechero. Tata se arrimó a la mesa y todos fuimos testigos. De
lo que pueden decirse las personas sin palabras.
Ramón Ayala y Tata Cedrón - Teatro El Popular / Foto: Gustavo Margulies |
Allá por los años 90, el Tata, todavía en
París, copiaba las músicas de Ramón interpretadas por él, para regalar a sus
amigos. Con respeto, con cariño, con una infinita ternura. Cosa que nadie se fuera
por la vida sin tener la voz de Ramón en el oído. Que no fuera ser que faltara
la voz de Ramón, su poesía, su canto, en la educación de tanto joven que andaba
dando vueltas lejos de casa. Tan lejos a veces.
Y si a uno le tocaba ser ese joven, era
lindo sentir que se atravesaba el océano en una canción, en un recitado (por
ejemplo, “Los gurises”). Sentir que eso que se decía ahí era justo lo que uno
amaba y añoraba. ¿Quién no tiene una historia con alguna canción de Ramón?
Anoche, en el Popular, entre una cosa y la
otra, recordé la pregunta que motivó la película de Fernando Pérez (“El regreso
de Juancito Caminador”): “¿Por qué volviste Tata?”.
Creo que la respuesta está ahí. En los
encuentros. Un día en El Popular, otro día en Hasta Trilce, mañana quién sabe dónde,
con el Cuarteto pleno, con toda La Musaranga, con toda La Lija, en unos días
más, con los compañeros reunidos por Andrea Castelli, con todo ese pueblo (ya
casi se puede decir) que Tata no deja un solo momento de convocar.
La respuesta también estaba anoche en la
mesa. En ese pequeño espacio que une a veces a los hombres.
Ramón Ayala y Tata Cedrón - Teatro El Popular / Foto: Gustavo Margulies |
AGC
ojo...las coronarias....las coronarias, AGC...!
ResponderEliminarUna joya este blog que nos acerca al talento indiscutible de los geniales Cedrón. La estudiaré cada día un poco para conocer más de ellos, para escuchar al Cuarteto, y al querido y admirado Tata. Para referirme al Tata, parafraseo a Hamlet Lima Quintana y digo " Hay gente que es así, tan necesaria"... Agradezco a la encantadora Antonia quien me ha hecho saber de esta página, antología y regalo para quienes somos amigos y fanáticos de estos trabajos que crearon unidos por la sangre y las ideas esta familia que nos enorgullece. ¡ Gracias Tata y familia por tanto !
ResponderEliminarGrande Tata querido, las nuevas generaciones aprecian la calidez con la que contas tus historias y cantas tus canciones que son un pedazo de la historia viva de Buenos Aires. Gracias, siempre.
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